Se atribuye a Rembrandt la frase "elige sólo una maestra: la naturaleza". O al filósofo San Agustín aquella de "la naturaleza es la mejor maestra de la verdad". Y también otra de autor desconocido y, probablemente, la que más me gusta, que dice algo así como "si el artista sólo copiase a la naturaleza, el mejor artista sería el espejo".
Todas estas frases y reflexiones son las que me vienen a la cabeza mientras disfruto fotografiando con mi barato microscopio electrónico AndonStar USB de 2 megapíxels unas antiguas (de finales de los 80) muestras de minerales, en concreto una serie de típicos carbonatos de cobre de la provincia de Málaga que, de mi colección, son a las que más cariño y aprecio tengo, sobre todo por los recuerdos que me traen de sus excursiones al aire libre. Sin lugar a dudas, soy el tío más feliz del mundo cuando me cuelgo una mochila a la espalda y me pateo el campo durante kilómetros y kilómetros observando la naturaleza con muchísimo detenimiento (¡incluso se me olvida hasta beber y comer! ¡Tal es el grado de ensimismamiento al que llego!).
Y es que la naturaleza de Málaga, sus fenómenos geológicos y sus recursos mineralógicos tienen una gran importancia porque forman parte de nuestro patrimonio histórico que debe ser conocido por todo el mundo, de objeto de investigación científica, de desarrollo industrial de la provincia y, también en mi caso concreto y por qué no, a la hora de coleccionar, divulgar y, sobre todo, buscar inspiración y creación artística a través de la contemplación de su gran belleza.
¡Se me olvidaba la etimología qué tanto me fascina! Ya en la Antigüedad, Plinio el Viejo (siglo I d.C.) nombró a la malaquita como "malche", que significa "malva", en alusión al similar color verde de sus hojas. En cuanto a la azurita, su nombre proviene del latín "azurius" a través de la Antigua Persia, donde se le denominaba "lazhward" (que significa "azul"). En la Edad Media se le llamaba vulgarmente como "azul de la montaña" o "azul cobre".
En fin, no me extiendo más, aunque no descarto que en estos días publique más entradas sobre estos temas que tanto me apasionan. Porque, al fin y al cabo, estás son sólo las palabras de un humilde buscador de belleza natural, enamorado de la naturaleza que le rodea, de esa que tantísimo echo de menos en estos días grises y extraños de confinamiento en casa por culpa de la pandemia, de la Gran Belleza (con mayúsculas) de la provincia de Málaga y sus recursos naturales, de su zoología, botánica y, sobre todo y lo que desde pequeño me ha apasionado, de su geología y mineralogía tan interesante y única.
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