miércoles, 22 de diciembre de 2021

El amor es lo único que importa

 


"...love is the only thing that matters in the end."
Holly Johnson


Al final, es el amor lo único que importa.

#love #amor 

viernes, 10 de diciembre de 2021

Sobre el Cuento de Navidad de Auggie y "Smoke", de Paul Auster

"Una historia no es sólo verdad cuando se narra cómo ha sucedido, sino también cuando relata cómo hubiera podido acontecer".

(J. Mario Simmel).

"Smoke", de Wayne Wang y Paul Auster

No, lo siento, no voy a hablar de ningún villancico, ni del portal de Belén, ni de mi cuento favorito, "La Vendedora de Cerillas", de Hans Christian Andersen, ni de la obra de Charles Dickens y su señor Scrooge, ni de un clásico del Cine que bebe directamente de Dickens, "¡Qué Bello es Vivir!" (1946), de Frank Capra, aunque es un film que me apasiona porque es extraordinario -siempre consigue afectarme y emocionarme-. Adoro las películas humanistas, más aún cada día que pasa... Será que uno va envejeciendo... O será porque no tengo demasiado aprecio a esta sociedad narcisista, exhibicionista y materialista en la que nos ha tocado vivir, donde se valora más la "eficiencia económica" que cualquier otra cosa, y donde la Filosofía, la Ética y la Moral poco importan ya, ¿verdad? Son mucho más importantes el dinero, los "likes" y aparentar (el "postureo" le llaman ahora...). En fin, cuánta tontería... Bueno, que desvarío con lo de siempre...

Hoy voy a recordar (y recomendaros, si no la habéis visto) la película de Wayne Wang y Paul Auster titulada "Smoke" (1995), y ese magnífico "cuento de Navidad" con esa turbadora canción de Tom Waits de fondo (su voz ronca, el desafino que consigue llegar al alma y llorar de emoción...), y las interpretaciones extraordinarias de dos grandes actores, de los mejores que hay en Hollywood: Harvey Keitel (que interpreta a Auggie, el estanquero fotógrafo) y William Hurt (el escritor que sufre por la reciente pérdida de su mujer y por estar en blanco -no se le ocurre nada interesante que escribir...-; imagino que es el alter ego de Paul Auster... En la película, en cambio, el personaje se llama Paul Benjamin).

Sin duda, es una de mis diez películas favoritas de todos los tiempos.

"¿Se 
puede pesar el humo...?". ;-)

Inolvidable.

Pues ahí va el cuento de Navidad: paso una transcripción literal de la película, según su doblaje en español. El cuento se lo regala el estanquero al escritor, con una sonrisa traviesa... Es uno de los muchos momentos brillantes y extremadamente emocionantes que tiene el film, tanto que las paso canutas para aguantar las lágrimas:

Dos actores fuera de serie: Harvey Keitel y William Hurt

"Harvey Keytel - ¿Recuerdas que una vez me preguntaste cómo empecé a hacer fotos...? Pues esta es mi historia de cómo conseguí mi primera cámara. En realidad es la única cámara que he tenido... ¿Me sigues hasta ahora...?

William Hurt - Como un cordero.

H.K.- Esta es la historia de cómo ocurrió. Muy bien... Fue en el verano del setenta y seis, cuando empecé a trabajar con Vinnie. El año del bicentenario. Un día entró un chaval y comenzó a robar cosas de la tienda. Estaba ante la estantería del fondo, metiéndose revistas de chicas desnudas bajo la camiseta. Yo no le había visto porque había mucha gente delante del mostrador. Cuando vi lo que estaba haciendo le empecé a gritar. Salió zumbando como un conejo, ¡fiummm! Para cuando yo había salido del mostrador, él ya corría perdiendo el culo por la Séptima Avenida. Le perseguí durante media manzana y luego abandoné. Se le había caído algo por el camino. Y, como no tenía ganas de seguir corriendo, me agaché para ver qué era. Resultó ser su cartera. No había dinero dentro, pero llevaba su permiso de conducir junto con tres o cuatro fotos. Podría haber llamado a la policía y denunciarle. Sabía su nombre y dirección por el carnet, pero sentí lástima por él. No era más que un pobre desgraciado. Y en cuanto vi las fotografías que llevaba en su cartera... Me fue imposible sentir ningún sentimiento de enfado hacia él. Roger Goodwin; ese era su nombre. Recuerdo que en una de sus fotos estaba junto a su madre y en otra de ellas aparecía sujetando un trofeo en el colegio; sonreía como si... como si le hubiese tocado la lotería. Je, je, je. No tuve coraje... Un pobre chico de Brooklyn... Y tampoco era tan grande... Al fin y al cabo, a quién le importaban un par de revistas guarras... Así que... conservé la cartera. Ah... De vez en cuando sentía la necesidad de devolvérsela, pero entre unas cosas y otras nunca lo hacía.

Entonces llegó la Navidad... y... y yo no tenía nada que hacer.

Vinnie me había invitado a su casa pero su madre se puso enferma y tuvo que ir a Miami junto con su mujer. Así que aquella mañana yo estaba en mi casa compadeciéndome de mí mismo. Entonces vi la cartera de Roger Goodwin en una repisa. Me dije: - "¡qué coño!, ¡¿por qué no hago algo bueno por una vez?!". Me puse la chaqueta y me fui a devolver la cartera. Vivía en Boerum Hill, en uno de esos bloques de casas baratas. Recuerdo que aquel día hacía un frío que pelaba. Me perdí buscando el edificio del chico. ¡Todos aquellos bloques parecían iguales y yo siempre terminaba en el mismo patio creyendo que era otro! Es igual... Al final, encontré el edificio que buscaba y el piso que buscaba. Llamé al timbre. Nadie respondió. -"No habrá nadie"-, pensé. Volví a llamar para asegurarme. Ya estaba a punto de irme pero esperé un poco más y oí unos pasos tras la puerta.

La voz de una anciana preguntó: -"¡¿Quién es?!".

Contesté: -"Busco a Roger Goodwin".

-"¿Eres tú, Roger?"-, dijo ella. Después de luchar con quince cerrojos, abrió la puerta. Tendría por lo menos ochenta o quizás noventa años, y lo primero que advertí en ella fue que... era ciega...

-"¡Roger, sabía que vendrías!-, dijo. -"¡Sabía que no te olvidarías de tu abuela Ethel en Navidad!". Y entonces, abrió los brazos como si fuera a abrazarme. ¡Yo no tenía mucho tiempo para pensar, tenía que decirle algo enseguida!

Y, antes de que pudiera darme cuenta, las palabras salieron de mi boca:

-"Así es, abuela Ethel: he vuelto para verte por Navidad"-. No me preguntes por qué... No sé por qué se lo dije... simplemente me salió...

Aquella anciana de repente me abrazó allí en la puerta... yo también la abracé... Fue como si los dos decidiéramos jugar a ese juego..., sin tener que discutir las reglas...

Sabía de sobra que yo no era su nieto. Era vieja y chiflada, pero no estaba tan mal como para no distinguir entre un completo extraño y alguien de su propia sangre. Sin embargo, fingir le hacía feliz. Yo no tenía nada que hacer... Así que acepté encantado el juego.

Bien. Entré con ella en el piso y pasamos el día juntos. Cada vez que ella me preguntaba que qué tal me iba, yo le mentía. Le dije que había encontrado un buen trabajo en un estanco, le dije que iba a casarme, le conté las historias más bonitas que se me ocurrieron. Mientras, ella fingía creérselo todo: -"¡Muy bien, Roger!"-, me decía asintiendo con la cabeza y sonriendo; -"¡Siempre supe que te iría bien en la vida!".

Bueno... Al cabo de un rato me entró hambre. Dado que no había nada de comida en la casa, salí a ver si encontraba alguna tienda abierta y... compré... un montón de cosas: compré un pollo asado, sopa de verduras, un poco de ensalada de patatas... Un montón de cosas. La abuela Ethel tenía guardadas un par de botellas de vino en su cuarto. Je, je, je... Así que entre los dos pudimos organizar una comida de Navidad digna. Nos pusimos un poco chispas con el vino... Y cuando terminamos de comer fuimos a la sala de estar. Los sillones eran más cómodos.

Yo tenía ganas de mear, de modo que me disculpé y fui al cuarto de baño que estaba abajo. Las cosas entonces tomaron otro rumbo... Ya había hecho bastante el tonto con el numerito de fingir ser su nieto pero... lo que hice luego... fue especialmente insensato y desde entonces no he podido perdonármelo.

Entré en el baño. Apiladas en una de las paredes junto a la ducha, descubrí un montón de cámaras, seis o siete, nuevas, de 35mm. ¡Estaban sin estrenar! ¡Yo no había hecho una sola fotografía en mi vida! Y muchos menos todavía robado. Pero en cuanto vi aquellas cámaras en aquel cuarto de baño, decidí que una de esas máquinas sería para mí. ¡Así, sin más!

Y sin pensarlo un momento, tomé una de aquellas cámaras, la escondí debajo del brazo y volví a la sala de estar. No había estado fuera más de tres minutos, pero en aquel rato la abuela Ethel se había dormido. Demasiado vino, supongo... Me fui a la cocina y lavé los platos. Ella dormía plácidamente, roncando como un bebé. No había por qué molestarla. Así que... decidí irme.

No podía escribirle una carta de despedida puesto que era ciega. Así que me marché. Puse la cartera de su nieto sobre la mesa, volví a coger la cámara y salí del apartamento.

Así se acaba el cuento...".


W.H.-"¿Alguna vez volviste a verla? ¿No fuiste a visitarla?"-.

H.K.-"Una vez. Tres o cuatro meses después. ¡Me sentía tan culpable por haber robado la cámara que ni la había usado! Al final resolví devolverla, pero la abuela Ethel ya no estaba allí. En aquel apartamento vivía otra persona y no pudo decirme dónde estaba".-

W.H.-"Seguramente había muerto"-.

H.K.-"Sí, seguramente"-.

W.H.-"De ser así, pasó su última Navidad contigo"-.

H.K.-"Supongo que sí... Eso nunca lo había pensado"-.

W.H.-"Fue una buena acción. Fue muy bonito lo que hiciste por ella"-.

H.K.-"¡Mentí y robé a esa mujer! ¡Ja, ja, ja! ¿Llamas a eso una buena acción?"-.

W.H.-"La hiciste feliz... Y la cámara había sido robada, no pertenecía a la persona a la que se la cogiste..."-.

H.K.-"Todo por el arte, ¿eh, Paul?"-.

W.H.-"No diría tanto pero, al menos, has hecho un buen uso de la cámara"-.

H.K.-"Y tú tienes tu cuento de Navidad, ¿no?"-.

W.H.-"Sí, supongo que sí... El embuste es todo un arte, Auggie. Para inventar una buena historia hay que saber tocar las teclas adecuadas y creo que tú estás entre los maestros"-.

H.K.-"¿Qué quieres decir...?"-.

W.H.-"Quiero decir... eh... Ja, ja, ja... ¡El cuento es bueno!"-.

H.K.-"¡Joder! ¡Si no puedes compartir un secreto con un amigo, qué clase de amigo eres!"-; dice sonriendo.

W.H.-"Exacto. La vida no valdría la pena, ¿verdad?"-.



Y los dos fuman y sonríen.



Suena la canción "Innocent When You Dream", de Tom Waits, que te pone los pelos de punta y el nudo en la garganta (como me pasa con la canción de "La Golondrina" en "Grupo Salvaje", de Sam Peckinpah, otra de mis diez películas favoritas de todos los tiempos) y, con imágenes en blanco y negro ahora, vemos toda la historia del "Cuento de Navidad", de Auggie... Por Paul Benjamin...".

...

FIN

...

¿Qué importa que una historia sea real o no? Lo importante es que alguien, al leerla, la crea.

Creo que el arte trasciende todo eso y más. Es el motivo por el que el arte es único y vital. Es la búsqueda de un medio para comunicarnos entre todos nosotros. Es necesario como el respirar. 

"Un libro y medio pan", que dijo Lorca...

Esta escena de la película es un auténtico "regalo de Navidad" para cualquier persona con un mínimo de sensibilidad y que le guste el Cine con mayúsculas, donde unos actores están sublimes, que logran incluso expresar un montón de cosas sólo con sus miradas, con sus sonrisas. Es un Cine muy próximo a la Literatura, claro está, con ritmo lento, que se saborea como si leyeras un buen libro, con unos diálogos magníficos.

Si no habéis visto "Smoke", de Wayne Wang y Paul Auster, ¡ya estáis tardando! ¡Sólo se vive una vez y estas películas merecen ser vistas aunque sea sólo una vez en la vida!

¡Saludos a todos, felices fiestas venideras, feliz año 2022 y a disfrutar del buen Cine y de los libros!