jueves, 29 de octubre de 2020

Málaga y sus minerales (II): los cuarzos de Mollina

Con mi pseudónimo artístico, “rojocuarzo”, y siendo el cuarzo el mineral favorito de mi mujer, ya va siendo hora de que hable un poquito más de él en este, mi diario. Si no recuerdo mal, ya publiqué algo por aquí del cuarzo hialino que encontré en unos esquistos de una playa de Torrox, ¿verdad? Bien, pues ahora vamos a hablar de una variedad distinta de cuarzo; en concreto, de los peculiares cuarzos pardos (también llamados ahumados, o "morión" si llegan a ser negros) y cuarzos blancos (o lechosos) que se pueden recoger (entre otros, porque también los hay rojos o "jacintos de Compostela", aunque son raros) en las tierras de Mollina, en concreto una zona entre Mollina dirección Alameda, antes de llegar al Castillo de Santillán, siguiendo la margen derecha del Arroyo Aceiteros, dirección E - NE (Málaga).

Cristal traslúcido de cuarzo pardo rojizo en matriz (Mollina, Málaga)

Sé que es más conocido el cuarzo morión que se puede encontrar en otra localidad cercana a esta zona que menciono, con formaciones yesíferas y arcillosas del Trías Keuper en el Cortijo Sacristán y Arroyo de la Negra en Archidona,  y con razón tienen más fama porque aparecen cristales espectaculares bipiramidales grandes (de hasta 5 cms., aunque yo no tengo ninguno así) y perfectos, de color negro opaco. Sin embargo, personalmente encuentro aún más interesantes los cuarzos pardos y blancos de Mollina porque, aunque sean más pequeños (y muchos de ellos rotos porque, normalmente, aparecen en las tierras de labores agrícolas y los tractores y arados hacen estragos con las caras, aristas y vértices de estos cristales tan bonitos; una pena), sus colores son más atractivos (los hay blancos, pardos de tonalidad más o menos clara u oscura, rojizos, bandeados, moteados…) e incluso algunos de ellos son traslúcidos (el de la fotografía de arriba lo es) y, además, debo confesar que me unen a ellos cierto “enlace emocional”, pues son de los primeros minerales que recogí de niño allá por los años ochenta, cuando comencé a aficionarme a la mineralogía y coleccionar minerales y rocas.

Cristal de cuarzo pardo traslúcido en matriz. Al lado, dibujo de sus aristas

El cuarzo es un dióxido de silicio cuya fórmula química es SiO2 y es el mineral más abundante del planeta Tierra después del grupo de los feldespatos (el cual también pertenece, por cierto, al grupo de los silicatos). Es un mineral durísimo (grado 7 en la escala de Mohs, la cual va del 1 -talco- al 10 -diamante-),  ligero, carece de exfoliación pero con fractura concoide y una discreta divisibilidad según las caras del romboedro, su aspecto varía entre transparente y traslúcido, con brillo vítreo. Es intensamente piezoeléctrico (aparición de una diferencia de potencial y cargas eléctricas en la superficie del cuarzo al ser sometido a tensiones mecánicas, como la compresión de sus cristales) y piroeléctrico (al ser sometido a cambios de temperatura, el cuarzo sufre cambios de polaridad eléctrica). En infusible e insoluble en ácidos a excepción del ácido fluorhídrico, en el que se descompone produciendo vapores de tetrafluoruro de silicio gaseoso, es atacable por las bases fuertes.

Cristal de cuarzo pardo en matriz

El oxígeno es el elemento químico más abundante de la corteza terrestre y el silicio, el segundo. Y, como ya he dicho, el cuarzo es muy abundante pero, sin embargo, eso no quiere decir que vayas a ir al campo, le pegues una patada a una piedra y te vayas a pinchar el pie con la punta de un cristal de cuarzo perfectamente formado y de cuarenta centímetros de longitud. En su forma masiva sí que es muy común en la naturaleza: es decir, si tenemos en cuenta que los minerales son el material del que están hechos las rocas y el cuarzo es el mineral más abundante, seguro que vas a tener suerte y lo encontrarás muy fácilmente en forma de vetas blancas en alguna roca. Pero otra historia distinta es encontrar un cristal grande y perfecto. De hecho, lo más difícil (y, casi siempre, frustrante) en el terreno de la mineralogía y del coleccionismo de minerales es encontrar en la naturaleza una especie mineral cristalizada y bien formada, ya que para que el cristal de un mineral natural se forme, se necesitan, básicamente, una serie de circunstancias concretas de: 

a) presión;

b) temperatura (magma principalmente; y lava, aunque menos, ya que el proceso de enfriamiento suele ser más rápido, por lo que al cristal no le da tiempo a crecer más);

c) tiempo (cuanto más lento sea el proceso de crecimiento, mejor); 

d) ambiente químico (elementos disueltos en el magma líquido); 

e) espacio para que los cristales crezcan. 

Y todas estas condiciones específicas generales son muy difíciles que se den en la naturaleza, y más aún que posteriormente den “señales de vida” o se puedan ver los resultados cerca de la superficie terrestre donde estamos nosotros caminando tan campantes. Por eso, para explotarlos necesitamos las minas y canteras. Y por eso, entre otros muchos motivos, la ciencia de la geología (tan denostada por muchos debido a su ignorancia y rapidez a la hora de juzgar y opinar sin antes reflexionar cuidadosamente; - ya sabemos que se suele decir eso de "un ecólogo es a un ecologista, lo que un cartero es a un carterista"-) es tan vital para el ser humano.

Cristal opaco de cuarzo pardo rojizo

Hay miles de minerales conocidos y, aún hoy día, se siguen descubriendo nuevas variedades pero, de todas ellas, sólo un centenar de ellos son abundantes (el resto son raros y muy escasos). Además, tengamos en cuenta que los recursos minerales de la Tierra son finitos. Así que es más difícil hallar un cristal bien formado de cualquier mineral (¡y de gran tamaño ya, ni te cuento!) que contar granitos de arena en la playa. Aún me viene a la memoria que, en una feria de minerales (no recuerdo ahora cuál; quizás fue en la de Múnich) vi un gigantesco y asombroso cristal de cuarzo de trescientos y pico kilos con todas sus caras, vértices y aristas bien definidos, procedente de una mina brasileña; más propio de la ciencia-ficción y la fantasía; vamos, que parecía algo irreal. Si un día encontrara un cristal así en el campo, me daría un infarto. Seguro.

Uno de los cristales más curiosos que tengo de cuarzo pardo traslúcido

Los minerales son sólidos de origen natural con una composición química inorgánica (aunque los hay de origen orgánico, como el ámbar) y estructura cristalina interna características (la mano del hombre no ha intervenido para nada en dicha estructura cristalina; es decir, no los ha tallado ni nada parecido, aunque pudiera parecerlo viendo estas fotografías, ¿verdad?), formado por dos o más elementos (salvo, claro está, el caso del oro nativo, la plata nativa, el cobre nativo, el azufre nativo, el mercurio, el diamante y el grafito -ya sabemos que estos dos son carbono-, el antimonio, etc.) y que se definen por la disposición atómica de su cristalización (es decir, dos minerales pueden tener la misma fórmula química pero ser distintos por cristalizar de diferente manera). Los minerales han sido y siguen siendo de una importancia inmensa para el desarrollo y evolución del ser humano, ya que se han utilizado desde siempre (materias inorgánicas, en general, que fueron adornos o instrumentos para el hombre prehistórico y hoy es la base para toda la tecnología que nos rodea). Sin ellos no existiría nada de lo que construimos y utilizamos a diario. Piénsalo. 

Varios cristales de cuarzo pardo. El más grande mide 1 cm. apróx.

Diría que lo más bonito y fascinante del mundo mineral, entre otras miles de cosas, es la infinidad de colores que existen. Gran parte de los pigmentos utilizados en Bellas Artes durante la historia provienen de ellos. Hay miles de variedades diferentes (incluso dentro de un mismo espécimen mineral puede haber infinidad de subclases) y son fantásticas sus geométricas estructuras cristalinas (bueno, hay excepciones como, por ejemplo, el ópalo, que no cuenta con una estructura cristalina interna ordenada). Y es lo que intento mostraros aquí, en este artículo, brevemente.

Cristal de cuarzo blanco o lechoso bipiramidal con desarrollo peculiar del prisma

El bloque básico que compone la estructura del cuarzo es el grupo SiO4, en el que cuatro átomos de oxígeno rodean a un átomo central de silicio, formando un tetraedro. Como cada átomo de oxígeno forma parte de dos grupos de SiO4, la fórmula química del cuarzo es SiO2. El tetraedro SiO4 forma una red tridimensional y muchos libros sobre minerales clasifican al cuarzo dentro del grupo de los silicatos o tectosilicatos y otros, en cambio, dentro del grupo de los óxidos, ya que se trata de un dióxido de silicio. La estructura o sistema cristalino del cuarzo es trigonal. Cada átomo de silicio se une a cuatro de oxígeno para formar un tetraedro (los átomos de oxígeno serían los vértices de dicho tetraedro). Los tetraedros de sílice se unen para formar cuarzo y otros minerales del grupo de los silicatos, dentro de los cuales hay seis subgrupos:

1- Nesosilicato (el tetraedro no comparte ningún vértice).

2- Sorosilicato (comparte un vértice).

3- Ciclosilicato (el tetraedro comparte dos vértices y forma anillos).

4- Inosilicato (el tetraedro comparte dos vértices y forma cadenas simples; o también comparte dos o tres vértices y forma cadenas dobles).

5- Filosilicato (el tetraedro comparte tres vértices).

6- Tectosilicato (el tetraedro comparte los cuatro vértices).

Cadena simple de tetraedros de sílice (imagen de Amir Akhavan)

El cuarzo está formado por cadenas helicoidales triples y séxtuples de tetraedros de SiO4 que corren paralelas al eje c: véase la imagen de arriba de Amir Akhavan, tomada de la página de Internet “Mindat”, la cual recomiendo a todo aquel que les guste la mineralogía y quiera profundizar en el tema. Podemos observar dos representaciones de una hélice triple de tetraedros SiO4 y su relación con la celda unitaria del cuarzo (a la derecha de la imagen, vemos un modelo de bolas con el átomo de oxígeno representado con bolas rojas y el de silicio con bolas blancas, y a la izquierda un modelo tetraédrico en el que los vértices representan el lugar donde se disponen los átomos de oxígeno).

Eje c (fila superior) y eje a (fila inferior). Imagen de Amir Akhavan

Seis de estas hélices están conectadas para formar un anillo que rodea un canal central que corre paralelo al eje c, a veces llamado "canal c". Los tetraedros de aniones SiO4 alrededor del canal c central forman dos hélices séxtuples independientes. Si observamos la imagen de arriba de Amir Akhavan publicada en “Mindat”, tenemos dos vistas de la estructura correspondiente: mirando en la dirección del eje c (en la fila superior de la imagen con modelo tetraédrico y de bolas), y mirando en la dirección del eje a (en la fila inferior de la imagen). Como los cristales de cuarzo, el anillo tiene seis caras pero con una simetría trigonal. Los canales grandes son una característica estructural importante del cuarzo porque pueden estar ocupados por pequeños cationes (iones con carga positiva).

Trapezoedro trigonal, forma cristalográfica del cuarzo. Imagen de Amir Akhavan

Y en la siguiente imagen de Amir Akhavan ("Mindat") podéis ver la forma cristalográfica del cuarzo, característica por sus propiedades de simetría y que es el trapezoedro trigonal. Como digo, si queréis profundizar más os recomiendo la visita a “Mindat”: https://www.mindat.org/min-3337.html 

Cristal bipiramidal de cuarzo pardo

En este artículo estáis viendo unas fotografías con algunas ilustraciones vectoriales al lado que he hecho para subrayar las aristas y vértices que delimitan las caras de algunos cristales de cuarzo. Son cristales con morfología muy interesante típicos de la zona, con cuerpos homogéneos con caras planas, intenso brillo vítreo y con una regularidad en su ordenación

Cristales de cuarzo blanco y pardo, un tanto traslúcidos

No pretendo realizar en este brevísimo artículo un estudio científico de cristalografía ni nada de eso, sino que mi intención es la de transmitiros mi fascinación y entusiasmo a la hora de contemplar estas maravillas de la naturaleza con su peculiar simetría y perfección geométrica, y que despiertan mi fantasía: de hecho, los que me conocéis ya sabéis que la geología es una de las bases para mi inspiración artística y motor creativo. Como ya dije en un artículo anterior en este “blog”, observar minerales con la lupa o el microscopio provoca en mí una emoción igual a la que siento con la astronomía, es como asomarse con un telescopio a otro mundo, contemplar un paisaje geométrico de colores y formas extraordinariamente atractivo, y una manera ideal de evasión que viene estupendamente para estos tiempos extraños de confinamiento. No es de extrañar que ya en la antigua Grecia se sintieran atraídos por los minerales, y sabios como Aristóteles y su discípulo Teofrasto ya conocían unas sesenta especies diferentes que estudiaron y clasificaron.


Cristal de cuarzo pardo-rojizo en matriz: mismo espécimen, distinta luz

Estos pequeños y curiosos cuarzos de la zona de Mollina, denominados por los lugareños como “centellas”, ya que son más fáciles de ver paseando por sus tierras de labores agrícolas durante un día soleado después de que haya llovido gracias a que se perciben mejor en el suelo el alto brillo de sus caras, son como huellas dactilares, todos se parecen a simple vista pero, si los observamos detenidamente, todos son diferentes.

Perfecto cristal de cuarzo pardo-blanquecino

El motivo del color del cuarzo pardo y cuarzo ahumado (o morión cuando es casi negro) aún hoy día sigue siendo un misterio, aunque hay varias teorías:

a) Una de ellas afirma que el color puede ser debido a una distribución coloidal de los átomos de silicio en la estructura.

b) Otra defiende que puede ser debido a la presencia de materia orgánica y carbonácea.

c) La teoría más plausible es la que sostiene que el color se debe al bombardeo continuo procedente de las rocas radiactivas vecinas (radiaciones gamma), tal como se demuestra al atacar el cristal de roca (cuarzo hialino o transparente) con rayos X de gran poder que le hacen tomar una coloración similar; todo esto unido a la presencia de trazas de aluminio.

Cristal de cuarzo pardo con deformación característica del mineral

También debe existir alguna diferencia entre el color pardo y el ahumado, ya que cuando se calienta uno u otro hay variaciones en el color. Por ejemplo, al calentar un cuarzo de color marronáceo claro durante una hora a 200º centígrados, toma un hermoso color citrino. En cambio, si tomamos otra muestra de cuarzo y la calentamos durante una hora a 300º centígrados, se decolora totalmente. Esto me lleva, por otra parte, a advertir que muchos “topacios” o bellos cuarzos citrinos (más valiosos que el cuarzo pardo, ahumado o morión) se venden como tales en algunos establecimientos y ferias y que son, en realidad, cuarzos hialinos, pardos, ahumados e incluso cuarzos amatistas tostados. Es decir, no dejan de ser cuarzos naturales pero el color es artificial.

Raro y curioso cristal de cuarzo pardo

Las inclusiones habituales observadas son cavidades cristalinas negativas a dos fases, con la fase líquida dióxido de carbono, tal como puede comprobarse al ver desaparecer la burbuja cuando el cuarzo pardo se calienta entre los 30º y 31º centígrados, que es la temperatura crítica del dióxido de carbono y sobre la cual no puede existir en estado líquido. El cuarzo pardo muestra un dicroísmo bien definido a la luz polarizada: uno de los rayos es pardo y el otro pardo-rosáceo.


Cristal de cuarzo blanco traslúcido en matriz

El color del cuarzo blanco o cuarzo lechoso se debe a la presencia de numerosas cavidades diminutas que contienen agua y dióxido de carbono líquido (gas). A veces esta lechosidad es sólo superficial (el caso de los denominados “cuarzos en camisa”). Si paseamos por el campo o por algunas de nuestras playas y observamos con detenimiento nuestro suelo, veremos que es muy común encontrar vetas de cuarzo en muchas rocas y es cuarzo de color blanco

Precioso cristal bipiramidal de cuarzo pardo de escaso desarrollo del prisma

En cuanto al llamado “poder mágico de los cristales”, o las “capacidades curativas de las piedras”, puñeteros horóscoposamuletos, superchería varia y demás argumentos de venta sin fundamento científico de curanderos, brujas y charlatanes de algunas tiendas de minerales, bisutería y joyería… En fin… Bien… ¡Ejem, ejem…! Eso se lo dejo a los expertos embaucadores en ocultismo, esoterismo y astrología (que no es ciencia y, ¡por favor!, no confundir con la astronomía, que sí lo es). Estos "magos", estos energúmenos sabrán perfectamente cómo comer el coco con argumentos no demostrables a ciertas personas ingenuas y a los que, por abusadores y/o por ignorancia supina, no les tengo ningún respeto, pues son “vendedores de crecepelo” propios de finales del siglo XIX – principios del XX, sinvergüenzas mentirosos sin escrúpulos con mucha carisma y labia que se aprovechan de la superstición e incultura de unos pocos y… ¡qué ya estamos en el siglo XXI, coño! Pero… bueno, intentaré no soliviantarme… Allá cada uno. El que quiera creer en fantasmas, unicornios rosas, en Iker Jiménez y su “Cuarto Milenio”, y las hadas con brillantina que vuelan junto con Peter Pan, por mí es libre de hacerlo, claro está. Si tienes un colgante o una pulsera con un cristal de cuarzo (natural o tallado) que sea porque te gusta llevarlo y ya está, nada más, porque gracias a él no vas a encontrar el amor verdadero, no te va a convertir en una persona más sabia o más guapa, ni te va a dar más paz, ni proporcionar más energía que un buen filete de solomillo de ternera con patatas, ni te va a librar de la mala suerte, ni del coronavirus, ni de ninguna otra enfermedad o mal que asola a este mundo. ¿Existe el llamado “efecto placebo” en estas sandeces? ¡Claro que sí, indudablemente! Pero no tiene éxito en ateos y agnósticos como yo que creen firmemente en el método científico para llegar a la verdad a través del esfuerzo de la observación, estudio, desarrollo e investigación de muchos años a través de las matemáticas, la física, la geología, la mineralogía, la química, la astronomía, la medicina… En definitiva, las ciencias lo son porque se apoyan sobre una base sólida, rigurosa, seria y demostrable. Lo demás son paparruchas para vender, manipular y engañar a mentes débiles, ignorantes “terraplanistas” sin personalidad y grises “negacionistas” medievales que viven en la absoluta ignorancia (y, lo más triste, es que públicamente hacen gala de ello sin ruborizarse siquiera) y que necesitan creer o agarrarse a “hechizos” etéreos por culpa de su propio desconocimiento. A mí esta gente no me preocuparía lo más mínimo si no fuera porque son peligrosos para la sociedad. Dos ejemplos: 

1- sus hijos contraen la difteria –una enfermedad que ya se daba por erradicada-, contagiando a niños sanos y expandiendo la enfermedad de nuevo. 

2- Otro ejemplo: una pareja de “terraplanistas” en Venecia -¡y los dos con coronavirus, además!-  embarcaron rumbo a Lampedusa, buscando el fin del mundo, se perdieron en el Mediterráneo –y eso que llevaban brújula, lo cual supongo que es un contrasentido para ellos, ¿verdad?- y tuvieron que ser rescatados, poniendo en peligro a los miembros del equipo de rescate, los cuales no tienen culpa de la estupidez de estos dos zopencos. 

Por desgracia, cada vez hay más casos alarmantes de estos individuos y se propagan sus infelices ideas con facilidad en las redes sociales. Son un auténtico desastre que habría que controlar al menos por el bien de la humanidad. Tarados mentales de este calibre quisieron llevar a la hoguera a Galileo, por ejemplo, así que con eso lo digo todo...

Cristal de cuarzo blanco

Y nada más, que si continúo enrollándome me desvío del tema principal. ¡Ah, sí! ¡Se me olvidaba! 

Vamos con la etimología que tanto me gusta. El nombre, “cuarzo”, proviene de la Antigua Grecia y fue precisamente el ya citado Teofrasto (filósofo y botánico griego, discípulo de Aristóteles) el que, aproximadamente en el año 300 – 325 a.C., le dio la denominación de “krystallos”, que en griego significa “hielo solidificadopermanentemente (se refería al cuarzo hialino o también denominado vulgarmente como “cristal de roca”). De hecho, aún en el siglo XVII se tenía la firme convicción de que el cuarzo hialino tenía que tratarse de hielo petrificado. En más, apuesto lo que queráis a que incluso hoy día habrá más de un “terraplanista” o un “negacionista” que cree que el cuarzo hialino es hielo petrificado, tanto que no puede derretirse, ¡ja, ja, ja!

Cristal de cuarzo pardo ligeramente traslúcido con cristalización deformada típica

Por último, mencionar las utilidades del cuarzo, que son numerosísimas. Se podrían escribir libros y libros sólo sobre ello. Para abreviar, voy a nombrar unas poquitas de ellas:
1- es de gran importancia industrial por sus propiedades piezoeléctricas, para construir manómetros especiales, generadores de impulsos, resonadores y estabilizadores de ondas;
2- por sus propiedades de polarización rotatoria (usado en polarimetría);
3- por su permeabilidad a las radiaciones ultravioletas (para la construcción de lámparas, prismas, lentes para espectrografía, etc.);
4- se utiliza mucho en la industria de la cristalería y de esmaltes;
5- se usa mucho en la industria de abrasivos, refractaria, de mecánica de precisión (soportes de cuarzo ágata);
6- constituye la materia prima para el carburo de silicio (abrasivo de primera calidad);
7- en joyería, como gemas, y también talladas como piedras ornamentales;
8- en la actual microtecnología moderna y en electrónica (relojes, paneles solares, circuitos integrados, microprocesadores, bombillas, CDs, DVDs, etc.);
9- y, aunque me duela decirlo pero como curiosidad está bien saberlo, claro, muy utilizado en el chamanismo, sobre todo por los indios Navajos de las praderas norteamericanas y los aborígenes en Australia, ya que se considera al "cristal de roca" (cuarzo hialino) como un talismán, una "piedra de la luz", un instrumento de clarividencia que representa un nivel intermedio entre lo visible y lo invisible (la conocida "bola de cristal" estaba hecha de cuarzo hialino). 

Cristal de cuarzo pardo-blanco bipiramidal característica

Bueno, espero no haberos aburrido demasiado y que os haya gustado este artículo sobre los cuarzos de Mollina (Málaga) formados en la región de yesos y arcillas del Trías Keuper de la provincia (de 250 a 200 millones de años de antigüedad; ¡ahí es nada!), que os parezca interesante (confieso que yo, de camino, repaso conocimientos y aprendo cosas nuevas escribiéndolos), disfrutad de la naturaleza, aprended de ella, respetadla sobre todo, mantened despierta vuestra curiosidad como método de supervivencia y conoced el patrimonio natural de nuestra provincia malagueña porque es una verdadera joya.

¡Saludos a todos!

viernes, 23 de octubre de 2020

La Naturaleza es la mejor de las artistas: Málaga y sus minerales (I)

 Se atribuye a Rembrandt la frase "elige sólo una maestra: la naturaleza". O al filósofo San Agustín aquella de "la naturaleza es la mejor maestra de la verdad". Y también otra de autor desconocido y, probablemente, la que más me gusta, que dice algo así como "si el artista sólo copiase a la naturaleza, el mejor artista sería el espejo".

Microcristales aciculares de malaquita sobre cuarzo (Málaga, España)

Todas estas frases y reflexiones son las que me vienen a la cabeza mientras disfruto fotografiando con mi barato microscopio electrónico AndonStar USB de 2 megapíxels unas antiguas (de finales de los 80) muestras de minerales, en concreto una serie de típicos carbonatos de cobre de la provincia de Málaga que, de mi colección, son a las que más cariño y aprecio tengo, sobre todo por los recuerdos que me traen de sus excursiones al aire libre. Sin lugar a dudas, soy el tío más feliz del mundo cuando me cuelgo una mochila a la espalda y me pateo el campo durante kilómetros y kilómetros observando la naturaleza con muchísimo detenimiento (¡incluso se me olvida hasta beber y comer! ¡Tal es el grado de ensimismamiento al que llego!).

Muestra de la que he tomado estas pequeñas fotografías

Recomiendo el libro "Minerales y rocas de la provincia de Málaga", del geólogo Juan Carlos Romero Silva. Con ese libro, unos cuantos mapas y ganas de caminar por el campo, os aseguro que disfrutaréis al contemplar estos mismos minerales e incluso mejores, que seguro que tenéis mejor vista que un servidor.

Cristales de azurita y malaquita sobre cuarzo (Málaga, España)

Y es que la naturaleza de Málaga, sus fenómenos geológicos y sus recursos mineralógicos tienen una gran importancia porque forman parte de nuestro patrimonio histórico que debe ser conocido por todo el mundo, de objeto de investigación científica, de desarrollo industrial de la provincia y, también en mi caso concreto y por qué no, a la hora de coleccionar, divulgar y, sobre todo, buscar inspiración y creación artística a través de la contemplación de su gran belleza.

Cristales de malaquita (Málaga, España)

Ya en el puro plano mineralógico, tanto la malaquita (de color verde esmeralda) como la azurita (de color azul intenso) son carbonatos de cobre con una fórmula química muy similar: Cu3 (OH|CO3)2 para la azurita y Cu2 [(OH)2|CO3] para la malaquita (es decir, los dos contienen átomos de cobre, hidrógeno, oxígeno -molécula de agua- y carbono). Cristalizan de igual manera (sistema monoclínico) y tienen propiedades físicas muy similares. Son minerales típicos de la zona de oxidación superficial de los yacimientos de cobre y sus sulfuros (como la calcopirita, cuprita, calcosina, pirita, etc.), así como de óxidos y sulfuros de hierro (limonita, por ejemplo) y otros carbonatos y silicatos de cobre (calcantita, auricalcitacrisocola, etc.).

Calcopirita, malaquita y cuarzo (Málaga, España)
 
La azurita frecuentemente sustituye a la malaquita pseudometamórficamente por procesos de hidratación. Las dos son muy apreciadas como piedras ornamentales, a veces incluso como gemas (aunque son blandas para ello, ya que se rayan fácilmente). También se utilizaron mucho en Bellas Artes para la fabricación de pigmentos inorgánicos (para, normalmente, aglutinarlos con aceite de lino -óleo-): vamos, que han sido muy usados desde la Antigüedad. Por aquel entonces, era más económico utilizar azurita (denominado "azul de Alemania", porque los yacimientos más importantes provenían de allí) que lapislázuli (lazurita -mineral muy apreciado como gema y muy abundante en Afganistán-; de ahí su denominación de "azul ultramar"), por ejemplo, aunque la azurita es más inestable ante ciertas condiciones ambientales, tendiendo a ennegrecerse o a verdear (malaquita, la cual es más estable), según le de.

Cristales de cuarzo, malaquita, calcopirita y, posiblemente, tenorita (Málaga, España)

¡Se me olvidaba la etimología qué tanto me fascina! Ya en la Antigüedad, Plinio el Viejo (siglo I d.C.) nombró a la malaquita como "malche", que significa "malva", en alusión al similar color verde de sus hojas. En cuanto a la azurita, su nombre proviene del latín "azurius" a través de la Antigua Persia, donde se le denominaba "lazhward" (que significa "azul"). En la Edad Media se le llamaba vulgarmente como "azul de la montaña" o "azul cobre".

En fin, no me extiendo más, aunque no descarto que en estos días publique más entradas sobre estos temas que tanto me apasionan. Porque, al fin y al cabo, estás son sólo las palabras de un humilde buscador de belleza natural, enamorado de la naturaleza que le rodea, de esa que tantísimo echo de menos en estos días grises y extraños de confinamiento en casa por culpa de la pandemia, de la Gran Belleza (con mayúsculas) de la provincia de Málaga y sus recursos naturales, de su zoología, botánica y, sobre todo y lo que desde pequeño me ha apasionado, de su geología y mineralogía tan interesante y única.