miércoles, 25 de enero de 2017

Marcos Fajardo Orellana: la alegría por el éxito de un viejo amigo de la infancia

Ayer me llamó mi hermana por teléfono: - "Mira lo que ha conseguido uno de tus amigos empollones de la infancia...". 

Leí el periódico y sentí una enorme alegría, nostalgia (al mismo tiempo...) y una gran emoción me embargaba al tener noticias de mi amigo Marcos, el gran Marcos Fajardo Orellana, fundador de la empresa Solid Angle y programador del ingenioso software llamado "Arnold Renderer" (software que se emplea desde hace ya más de diez años en las grandes superproducciones de Cine para los efectos especiales), va a recibir un premio Óscar en Hollywood en la categoría de Premio Científico. ¡Magnífica noticia!  :-D

Un viejo amigo de la infancia: Marcos Fajardo Orellana


Lo de "gran" lo digo en todos los sentidos, ya que este muchacho siempre ha sido grande, tanto en altura física (uno noventa y pico; casi los dos metros. ¡Vaya tiempos aquellos que jugábamos al baloncesto, ¿eh?! La pila de viajes en el autobús número 16 y 2 para entrenar en el Caja de Ronda por las tardes en el pabellón deportivo de Ciudad Jardín...), como en talento natural para las Artes y las Ciencias (es una de las personas que he conocido que mejor domina las técnicas de dibujo, desde siempre; vamos, desde pequeñito cuando nos conocimos, allá por finales de los setenta, en el Colegio Público Paulo Freire, dibujaba unos aviones y unas naves espaciales con gran realismo, cantidad de detalles, sombras, ...; una pasada. Al igual que las maquetas que construía de aviones -sobre todo-, tanques, barcos... Desde niño tenía un habilidad artística innata envidiable). Además, sabe muchísimo sobre aeronáutica: íbamos paseando de niños por las calles de Málaga allá por los años 80 (más bien caminábamos por los cañaverales, ya que la zona del Parque Mediterráneo era en gran parte lugar de arbustos y charcas donde habitaban los saltamontes, ranas, camaleones, libélulas...), y los tres éramos como hermanos, éramos  "los tres mosqueteros" (mi amigo César Aguilar, Marcos y yo) y, de pronto, escuchábamos el vuelo de un avión; entonces casi siempre Marcos miraba hacia arriba y muy serio y convencido decía: - "Ese es un Douglas DC-8 con motores nosequé y nosecuantos...". César y yo nos mirábamos asombrados y decíamos: - "Pues si lo dices tú, seguro que sí". Los tres éramos un grupillo de amigos muy al estilo de la serie de televisión "Stranger Things": éramos niños que nos daba poco el aire y el sol, pálidos soñadores que dibujábamos nuestros cómics de superhéroes estilo Marvel (eran los tiempos del Mazinger-Z, del Spiderman de Stan Lee y Los Cuatro Fantásticos del gran Jack Kirby, los tebeos en blanco y negro de Los Vengadores a 40 pesetas de Fórum...), vivíamos en nuestro propio mundo creado, con una fantasía desbordante y, aunque no jugábamos a juegos de rol, sí que teníamos fundidos nuestros Spectrum ZX de 48Ks (de César), Commodore 64MSX (de Marcos) y el Amstrad CPC 664 de un servidor, pues le dábamos mucha caña jugando. 

Pero Marcos no sólo jugaba: recuerdo que diseñó y programó juegos en los lenguajes de moda de aquella época (Basic, Código Máquina, etc.) y que le publicaron alguno que otro en aquellas revistas tipo "Micromanía" y similaresEn fin, siempre fue Marcos un amigo superdotado y la Informática se le daba genial; algo así como un Sheldon Cooper a la española, con una gran inteligencia, voz de locutor de radio y un fino sentido del humor muchas veces poco comprendido por los de su entorno.

Después estudiamos el bachiller en el Instituto Emilio Prados. Allí Marcos dibujaba mejor que el propio profesor de dibujo  :-)  Si no me falla la memoria (que seguro que sí), destacaba en Dibujo Técnico, Matemáticas, Física... Tenía un gran talento natural para la Geometría, para la llamada "visión espacial".

En los tiempo de la Universidad, por desgracia, ya casi le perdí la pista por completo: él comenzó sus estudios de Informática y yo los de Económicas y Empresariales. Se que abandonó la carrera sin terminarla porque quiso conocer mundo, salir de Málaga y crecer profesionalmente con sus conocimientos. Una vez me encontré con Juan Carlos Rica (otro antiguo amigo del I.B. Emilio Prados, el cual también dibujaba extraordinariamente y me prestaba un montón de cómics de corte europeo) y me habló de Marcos: que se había casado, que su mujer era muy guapa, que tenía un hijo, que le iba muy bien profesionalmente... Me alegré mucho por él. También me encontré, allá por el año 2003 ó 2004 (recién llegado de mi período en Manchester) en el centro de Málaga a su hermana Silvia (¿o era Marta?; ¡ufff, perdón!; ahora no me acuerdo de su nombre; se que ella estaba trabajando por aquel entonces como ilustradora o/y en cortometrajes de animación en la República Checa junto con Fran, su pareja; bueno, esas son las últimas noticias que tengo de ella...) y lo mismo: me contó que vivía en EE. UU., que no paraba de viajar, trabajar, que salía en los títulos de crédito de la película "La Gran Aventura de Mortadelo y Filemón", etc. - "¡Mi amigo Marcos trabajando en el Cine! ¡Cómo se lo curra! ¡Qué suerte tiene el tío!"; pensé.

Pero no es suerte, no. Bueno, algo sí, pero es un porcentaje pequeño (que la salud no te falle, por ejemplo, es muy importante). Lo principal es el talento, creer en uno mismo y la constancia en el trabajo. No rendirse.

Posteriormente, la infinidad de vueltas que da la vida, los cambios, las etapas, los diferentes caminos que todas las personas vamos tomando... Y por la senda se van perdiendo los rastros de gente a la que quieres o tienes un aprecio muy especial... Bueno, no me enrollo más... Que parezco el vaquero de "El Gran Lebowski"  :-D 

En fin, una gran cantidad de recuerdos, todos agolpados en un segundo al ver las buenas noticias de ayer. Marcos: espero que continúes cosechando éxitos y reconocimiento por parte de tu sector profesional (que es lo más gratificante en el ámbito laboral), que tengas mucho ánimo para seguir currando a este nivel tan frenético y excelso, que sigas así de bien (de aspecto, por lo que veo en todas las fotografías publicadas en diferentes medios estos días, estás fenomenal), que tengas mucha suerte, mucha salud sobre todo y espero volver a verte algún día en persona para charlar sobre nuestras viejas batallitas de la ya lejana infancia  :-) 

Genio y figura, sí señor. Me alegro un montón.
¡Un fuerte abrazo, cuídate mucho y ENHORABUENA!

sábado, 14 de enero de 2017

"La Ciudad de las Estrellas (La La Land)" (2016), de Damien Chazelle: un clásico del Cine instantáneo del siglo XXI.

Vaya por delante que no me gusta el género del Cine Musical. Se pueden contar con los dedos de una mano las películas de la Historia del Cine que son mis favoritas. La lista estaría coronada por "Cantando Bajo La Lluvia" (1952), de Stanley Donen y Gene Kelly una Obra Maestra analgésica que siempre me pone de buen humor. Después colocaría en segundo lugar a "El Mago de Oz" (1939), pura evasión y fantasía deliciosa llena de metáforas y símbolos. También incluiría "Melodía de Broadway 1940", "Un Americano en París", "Fantasía" y... poco más.

Ayer no iba muy convencido a la sala de Cine. Los prejuicios y las expectativas son dos nubarrones que surgen de pronto por uno u otro motivo difíciles de superar muchas veces (¡y más cuando dos entradas de cine cuestan diecisiete euros! Está caro el cine, ¿eh?). 

Uno de los carteles de la película.

Al final, gracias a mi mujer, Rocío, me animé y fuimos a ver juntos la nueva película del director (y guionista) Damien Chazelle titulada "La Ciudad de las Estrellas", cuyo título original es "La La Land", lo cual no entiendo muy bien ya que Masieland no aparece en ningún momento del metraje.

Chistes malos a parte, venga…  ;-)

Nos alegramos muchísimo los dos de contemplar esta maravilla de película en el cine: nos emocionamos, reímos, suspiramos sin parar, lloramos con ese extraordinario final. Es difícil que, a poco que tengas un mínimo de sensibilidad y hayas tenido alguna vez inquietudes de carácter artístico, o un sueño imposible de cualquier tipo, esta película no te remueva algo por dentro, no te caiga bien o, simplemente, no te guste ni siquiera un poquito. 

Emma Stone y Ryan Gosling en uno de los momentos mágicos del film.

Porque estoy seguro de que esta obra, llena de un encanto irresistible, por parte de Damien Chazelle llegará con más facilidad a los corazones de los soñadores de cuarenta años de edad en adelante que les guste el Cine Clásico de toda la vida y que aún mantengan viva la capacidad de sorprenderse por todo y disfrutar de la belleza de las pequeñas cosas (algo tan esencial en la vida), que a la gente más joven.

Estoy convencido de que, por lógica, este film no gustará a la mayoría de  quinceañeros o veinteañeros; incluso los que ronden los treinta y que, lamentablemente, estén embrutecidos con tanto móvil, videojuego, redes sociales, etcétera; seguro que la despreciarán. Es poco probable que este guión, por ejemplo, les llegue emocionar: son muy jóvenes y todavía no han tenido tiempo de sufrir muchos golpes en la vida ni de ver cómo muchos de sus sueños se esfumaban en el aire por uno u otro motivo



Y más aún: a riesgo de pecar quizás de pesimista, dudo que vaya a tener mucho éxito de público. No dudo de su éxito crítico: los críticos de Cine suelen ser gente vetusta, que se ha educado a la antigua usanza, con muchos tiros dados ya (como decía mi suegro...) y ven cinematográficamente de otra manera. Nada que ver con el -poco interesante- Cine contemporáneo. De hecho, ahí están los premios que ya va consiguiendo por parte de críticos de Cine y prensa especializada (Globos de Oro y demás). Pero... ¡qué diablos! ¡Si hasta los críticos están también pasados de moda! ¡Ya nadie hace caso de las opiniones de los profesionales con conocimientos y preparación! La mayoría de las personas que quieren informarse sobre Cine y conocer de él ya no compra revistas del gremio, ni lee libros. Las masas leen el FaceBook, el Twitter o escucha al "youtuber" más influyente de turno, el que goza de más visitas de su canal y eso va a misa. El triunfo total de la mediocridad.

Esto que digo es algo lógico y normal, propio de nuestro tiempo: los jóvenes veinteañeros son las personas que llenan los cines. Pero el Cine moderno y, si concretamos, los mediocres Musicales recientes tipo "¡Mamma Mía!", "Moulin Rouge" y demás pestiños no tienen nada que ver con la magnífica "La Ciudad de las Estrellas", la cual, entre otras cosas y para mayor sorpresa, ¡ni siquiera es un musical! ¡No, no lo es! ¡¡Sorpresa, sorpresa!! Hay muy pocos bailes y, además, están muy esparcidos en el metraje. Son tan sólo momentos puntuales muy especiales en la película y Damien Chazelle los utiliza para subrayar la magia de dichos momentos
Y lo consigue (¡vaya si lo consigue!) con una elegancia sublime (esos suaves movimientos de cámara que siguen a los personajes que bailan me recuerdan al estilo de maestros como Vincente Minnelli o Stanley Donen -salvando las distancias, claro...-) y un clasicismo inusitado en el Cine de nuestros días, lo cual es altamente disfrutable a poco que a uno le gusten los Clásicos del Cine y/o seas un cinéfilo empedernido y recalcitrante como un servidor que está escribiendo estas líneas totalmente emocionado y, lo confieso, con el corazón disparado de pulsaciones.

El maravilloso baile final de "Everyone Says I Love You" (1996), de Woody Allen.

Gene Kelly y Cyd Charisse en uno de los momentos de esa Obra de Arte llamada "Cantando Bajo La Lluvia".

Ryan Gosling y Emma Stone en "La Ciudad de las Estrellas".


Sólo considero al gran Woody Allen y poquitos directores más tan osados para lanzarse a realizar una película de este calibre como es "La La Land". ¡No quiero ni pensar el calvario que habrá sufrido Damien Chazelle para conseguir financiación! 

Hablando de Woody Allen: ahí tenemos su "Everyone Says I Love You", por ejemplo, cuya escena final de baile en el río Sena estoy seguro que ha servido de un poquito de inspiración para Damien Chazelle. Por ejemplo, en la bellísima secuencia de baile entre Ryan Gosling (¡hay qué ver la envidia que da este chico! Es muy guapo, muy buen actor, baila bien, canta bien... En fin, lo tiene todo para triunfar y ser una gran estrella de Cine: me recuerda mucho a otros grandes actores del Hollywood Clásico...) y Emma Stone (guapísima y muy buena actriz también: hay muy buen trabajo de casting, sin duda, con unas decisiones dignas de elogio) en el planetario del Museo de Ciencias, consiguiéndose expresar de manera gráfica esa magia irresistible y esa ingravidez que uno siente al bailar con la persona que amas, perdiendo la noción del tiempo y el espacio. 
Todos recordaremos que podemos deleitarnos con esa magia cósmica de otros muchos musicales magistrales: por ejemplo, en "Cantando Bajo La Lluvia", de los maestros Gene Kelly y Stanley Donen, tenemos la secuencia surrealista de Gene Kelly con Cyd Charisse (¡las piernas más bonitas de la Historia del Cine!) que viste un incorpóreo vestido blanco movido por el aire y, al fondo, un decorado que no parece de este planeta, con un baile de una hermosura deslumbrante e inolvidable.

"La Ciudad de las Estrellas" me ha gustado tanto porque es una película con mucho sentido del humor (¡tan infravalorado en nuestros días en el Cine!), con corazón y con humanidad y, por tanto, está pasada de moda nada más estrenarse. Por eso no puedo más que defenderla ante aquellos que seguramente no sabrán apreciarla en su justa medida.



Qué bestia soy: ¿por qué sentencio que "está pasada de moda"? Sencillamente porque, como dije anteriormente, "es Cine Clásico hecho en el siglo XXI". Porque trata de Artes que están muertas o que están a punto de fallecer, como la Música o el Cine. Sí, así es. Triste pero cierto. Quiero decir, si analizamos con detenimiento el mundo contemporáneo, estas Bellas Artes desaparecerán tal y como los cuarentones en adelante hemos conocido. Han cambiado los formatos, los hábitos de consumo, ... 


Fijaros que no es casualidad que en la película los personajes hablen de músicos de jazz que ya no gustan a casi nadie ni son conocidos por el gran público, como Thelonious Monk, Charlie Parker, Dizzy Gillespie, etc. O se mencionan de manera directa (o indirecta, por medio de carteles de Cine, por ejemplo) películas muy antiguas ya para los “jóvenes cibernéticos” de hoy que son mayoría en las salas de cine, como "Casablanca", "Encadenados"; imágenes de Buster Keaton, Mae West… O fijaros en la escena en la que los protagonistas acuden a un cine (el “Cine Rialto”, si no me falla la memoria...), donde proyectan "Rebelde Sin Causa", la Obra Maestra de Nicholas Ray; una escena preciosa de la película y llena de nostalgia, al modo de "Cinema Paradiso", de Giuseppe Tornatore, en el que el deseado beso de los personajes interpretados por R. Gosling y E. Stone se interrumpe porque el celuloide se quema. ¡Eso ya no ocurre en los fríos, impersonales y sin encanto multicines de hoy!

"Cinema Paradiso", de Giuseppe Tornatore, y el amor por el Cine Clásico.

Además, añado con respecto a “Casablanca” que no creo que sea casualidad las abundantes referencias que se hace durante todo el film a la mítica película de Michael Curtiz. Mirad como, al final, Rick-Bogart (es decir, Sebastian-Ryan Gosling) se queda en Casablanca (en “La La Land”, Rick y Sam, el pianista, son el mismo personaje) y la guapa Ilsa Lund-Ingrid Bergman (Mia-Emma Stone) se marcha con Victor Laszlo (su actual marido, con el que ha tenido un hijo...), aunque aún esté enamorada en realidad de Rick: es ese triste final de "Casablanca" que a poquísima gente gusta. ¡Vamos! ¡Si es que hasta Mia tiene un póster de Ingrid Bergman en su dormitorio y su estudio está en frente de la casa donde se rodó una de las escenas famosas de "Casablanca"! La influencia de la película de Curtiz es clarísima.

Humphrey Bogat (Rick) y Ingrid Bergman (Ilsa) en "Casablanca", de Michael Curtiz.

Ya no se concibe el Cine como se hacía en los años 90 (para no irnos muy lejos en el tiempo). La revolución de las nuevas tecnologías ha arrasado con muchísimas artesanías. Se ha perdido la mitomanía que existía en otras épocas. En Málaga, para no moverme lejos de casa, desaparecieron cines como el Cine Regio, Cine Andalucía, Cine Astoria... O se cerraron tiendas sobre carteles, fotografías y demás objetos de deseo sobre el Séptimo Arte, como una de cuyo nombre no me viene ahora a la memoria allá por Calle Trinidad Grund, detrás de una Iglesia de la Alameda Principal, por Calle Vendeja (si no recuerdo mal...). ¿Y qué me decís de las tiendas de discos como Candilejas, Gong...? ¡Qué nostalgia! ¡Qué tiempos aquellos!

La Música y el Cine no son consumidos por la gente joven de la misma forma que nosotros, los viejos de pelos canosos, lo hacíamos. Y de eso trata, entre otras cosas, "La La Land".

Uno de los preciosos decorados de "La La Land".

Por eso, insisto, estoy convencido de que los vejestorios que disfrutamos y lloramos con "Cinema Paradiso" de Giuseppe Tornatore disfrutaremos de "La Ciudad de las Estrellas" de Damien Chazelle y que la valoraremos con más facilidad. 

Nótese, además, que la película de Chazelle destila cierta animadversión (¡y que aplaudo!) por las nuevas tecnologías que nos están deshumanizando, vanagloriando y embruteciendo a pasos agigantados: en todo el metraje, en secuencias donde aparece un ordenador, un móvil, etc.; lo hacen para dar por culo. Es decir, vemos estos inventos del maligno en las implacables audiciones de Mia (Emma Stone) siempre son para incordiar, distraer, malmeter en momentos muy importantes para ella y reflejan la total falta de empatía por parte de los entrevistadores. Lo dicho: por muchos matices, tanto formales como de contenido, estamos ante Cine Clásico puro, que defiende al ser humano frente a la fría modernidad.


La película habla de muchas cosas, tanto directamente como entre líneas. Entre otras cosas, habla de la durísima lucha de los artistas por lograr crear algo nuevo y que sea aceptado; de la pugna por hacer llegar su voz a todo el mundo, por hacerse un hueco y comunicarse con los demás sin perder la dignidad ni la personalidad por el camino. Me encanta las escenas, llenas de humor con mala leche, en la que vemos a Sebastian (Ryan Gosling) realizando trabajos de teclista por encargo; en una de ellas, tocando un teclado con una sola mano. ¡Es divertidisímo! Y es un detalle este que suelo  señalar a mi mujer cuando en la televisión, por ejemplo, vemos el fragmento de un concierto de un cantante famoso aclamado por las masas. Siempre le digo: -"Mira, mira. Fíjate en la cara del batería"; o - "Mira, mira; fíjate en el rostro del que toca el bajo. Son caras de aburrimiento existencial. Se les nota que están pidiendo a gritos: -“¡Por favor, matenme! ¡Matenme! ¡No lo soporto más!"-. 


¡Claro! ¡Son músicos de verdad! No son sólo caras bonitas que queden bien en un póster, una carpeta para adolescentes o en una foto firmada para fans. ¡Son artistas! Sienten su Arte verdaderamente, de una manera visceral y todo el dinero del mundo no puede enterrar eso. Es una maldición que se lleva en la sangre.

Hay una película-documental muy interesante del director Michael Apted (del cual sólo subrayo esta obra, dicho sea de paso, ya que su filmografía es aburrida como un anacardo) titulada "Bring On The Night", en la que un músico de jazz acompaña al cantante Sting en su gira del álbum pseudo-jazzístico homónimo y el cual afirma en una entrevista que abandonará el grupo creado para el evento en cuanto termine la gira, ya que él no siente nada por la música pop, ni por el tipo de música que realiza Sting en concreto; que a él lo que le gusta es el jazz y es lo que le mueve como músico.


Es otra de las cuestiones interesantes que plantea esta "La La Land": ¿debe el artista mantener su integridad creativa vital? ¿O debe madurar, buscar la estabilidad económica y venderse/prostituirse (llámese como se quiera…) en cuanto tenga oportunidad para poder pagar las facturas y disfrutar de una existencia insípida y superficial como el resto de los mortales con trabajo y salario fijo? ¿Cuál es el precio por tomar una u otra decisión? ¿Es posible conseguir todo lo que uno sueña en la vida? 

Pues no, está claro que la conclusión a la que se llega cuando termina la película es NO

El logro para un artista tal vez sería conseguir ese ideal “purísimo” (hay una conversación sobre ello entre Sebastian y Mia) de integridad de pensamiento y acción, consiguiendo al mismo tiempo la aceptación de las masas, cosa casi imposible en la mayoría de los casos. Esta obra de Chazelle muestra los momentos de amor entre los protagonistas con un ilusionismo irresistible pero, al mismo tiempo, no huye de la cruda realidad y, aunque no sea seco y contundente como otros directores de Cine (casos podría mencionar como los de John Schlesinger y su “Cowboy de Medianoche”; o como lo habría hecho Paul Thomas Anderson según su “Boogie Nights”…), si que nos genera tristeza sin remedio al darnos de bruces contra la pétrea verdad de la vida, movida por el dinero y la popularidad.

En la ciudad de los sueños rotos pasan de largo los terremotos... o no. Y tenemos un final feliz. O no, según se mire... ¿Qué es preferible: gozar de una vida profesional más o menos plena y con cierto éxito, o tener una vida personal feliz? ¿Y se puede ser feliz teniendo uno y no lo otro? ¿Es posible compaginar ambas facetas? ¿Por qué no se pueden conseguir los sueños que todo el mundo anhela? Son dudas que este film plantea de una manera casi imperceptible, elegante y maravillosa.


Es una película dedicada a todos nosotros, los soñadores, que hemos perseguido o perseguimos una locura de algo que va contra la labor habitual, lo establecido, el trabajo cotidiano, lo bien visto por la mayoría, a contracorriente, luchando contra “el ritual de lo habitual”, con todas nuestras fuerzas, con las que logramos tener (por razones de salud) o con la que nos dejan, sin pensar mucho en las consecuencias de nuestro intento casi suicida. De hecho, escuchad con atención el relato que Mia cuenta (o canta, mejor dicho…) en su audición final: su tía de París dedicaba a los locos artistas sus continuos chapuzones en el helado río del Sena, descalza y estornudando sin parar. ¿Por qué? Pues porque hay cosas que no tienen explicación. Y ni falta que hace. El Arte existe gracias a los soñadores que pueblan el mundo, a las personas que guardan como un tesoro cierto grado de locura porque ella es fundamental para lograr la magia y crear algo nuevo de la nada. Se pueden esperar cosas fantásticas que provengan del caos. Pero no esperes nada original de un eco que se siente cómodo en la grisácea superficie de la burocracia y el orden cotidiano. Los creadores, los artistas son necesarios para sobrellevar mejor este valle de lágrimas, a pesar de estar tan mal valorados y tan mal vistos en nuestros días por casi todo el mundo.


En definitiva: "La La Land" es una película hermosa, emocionante, muy bien dirigida, con un arranque buenísimo (la música y el baile en plena caravana de coches, con un ritmo contagioso que guarda ciertas similitudes con el famoso baile final de "Zatoichi", de Takeshi Kitano), romántica (que no "romanticona"), con un apartado técnico impecable (sonido, vestuario, guión, decorados -¡muchos de ellos pintados a mano! ¡Qué maravilla! ¡Todavía existen!-), con unas interpretaciones buenísimas de todos sus actores, los cuales tienen muy buena química y cantan bien (sin dar berridos estilo "O.T.", Festival de la OTI, Eurovisión, ni nada parecido a esos horrores del infierno que nada tienen que ver con la Música y sí más bien con la basura de la prensa del corazón, movimientos de fans, moda, complementos y demás parafernalia...); que no es una Obra Maestra pero sus imperfecciones causan simpatía; que, en definitiva, no puedo más que recomendar porque su visionado provoca puro placer en el espectador sensible y apropiado.

A pesar de la desazón, nostalgia y tristeza que me provocó, aun así estoy contentísimo de haberla contemplado. Y deseando estoy de volver a verla, verificar si me gusta tanto como la primera vez y comprobar si los temas musicales tienen la fuerza que debieran tener. En cuanto tenga oportunidad, lo haré. ¡Y a buscar "Whiplash" (2014), la anterior película de Chazelle, que no la he visto! A este joven e interesante director le voy a seguir la pista desde ya.

"La La Land" es una bella historia de amor, que destila un respeto inmenso por el Cine artesanal de siempre y merece mi total admiración por ello.

¡Saludos a todos y a disfrutar del buen Cine!  ;-)